lunes, 23 de julio de 2007
domingo, 15 de julio de 2007
domingo, 1 de julio de 2007
Ser adolescente siempre, es como vencer.
Otro proyecto en el que me encuentro como director, es Memoria Adolescente, un documental en el que intentamos acercarnos a la mirada de los jovenes de hoy sobre la última dictadura acontecida en la Argentina, en el período '76-'83, y a la construcción de las diferentes memorias que ellos nos ofrecen.
El trabajo focaliza su mirada en un grupo de adolescentes de una escuela de Gral. San Martín, y su trabajo de investigación sobre los desaparecidos y los silencios de su barrio.
En palabras de los portagonistas: “Lo que sentimos nosotros haciendo estos videos y metiéndonos en el tema memoria, creemos que es, un poquito, aprender a vivir, porque juntos aprendimos a limar asperezas, a ser verdaderos compañeros, a laburar de igual a igual, a pensar un poquito mas allá de lo que nos habían acostumbrado. Creemos que tenemos la responsabilidad de seguir adelante con la memoria como estandarte, porque sentimos muy adentro que un poquito de la fuerza, de las ganas de los chicos y chicas que desaparecieron, quedaron dentro nuestro, y queremos seguir la lucha que ellos no pueden hoy seguir, seguir luchando por un país justo, libre y soberano. Porque sentimos que podemos llamarlos: Compañeros de Lucha". Mariano y Celeste, 19 años.
El largometraje se encuentra en fase de edición, y es una coproducción entre la ENERC y Grupo Tiza, circulo integrado por varias personas que desde hace un tiempo venimos trabajando en estas temáticas.
Se puede encontrar un poco mas de información en la página provisoria que hemos armado: www.muelacine.com.ar/memoria.
Si te interesa saber mas sobre esta película, o acceder al trailer que tenemos preparado, comunicate con el contacto que se encuentra aqui mismo en el blog.
Juan Manuel Rada
Director
Grupo Tiza
Y nosotros igual...
"Varios hombres corren desesperados...
detrás de ellos, un gigante que parece no tener rostro"
Y si lo tiene, no estamos seguros
de que alguien lo pueda ver.
Entre manchas y suciedad,
no es el olvido el que pretende el olvido,
y entonces la vida pasa, y ellos también arrasan.
detrás de ellos, un gigante que parece no tener rostro"
Y si lo tiene, no estamos seguros
de que alguien lo pueda ver.
Entre manchas y suciedad,
no es el olvido el que pretende el olvido,
y entonces la vida pasa, y ellos también arrasan.
Pasan y se van.
Y nosotros igual, que ayer, y que siempre.
Y nosotros igual, que ayer, y que siempre.
¿Donde estamos mirando para que el fuego se ahogue en nuestras espaldas?
¿Y ahora que hacemos, si vemos el fuego?
Yo me quedo,
pero la fuerza viene de atrás,
y a ella nos debemos de sumar...
Movete hombre, que la vida pasa.
Unite a la única esperanza.
Y si querés quedate.
Pero cuando estés en la cuerda,
¿Y ahora que hacemos, si vemos el fuego?
Yo me quedo,
pero la fuerza viene de atrás,
y a ella nos debemos de sumar...
Movete hombre, que la vida pasa.
Unite a la única esperanza.
Y si querés quedate.
Pero cuando estés en la cuerda,
solo acordate...
¿Donde estamos mirando para que el fuego se ahogue en nuestras espaldas?
Movete hombre, que la vida pasa.
Unite a la única esperanza.
"Si la experiencia colectiva se pierde,
las lecciones se olvidan".
Y el olvido, claro, el principio de todo fin.
¿Donde estamos mirando para que el fuego se ahogue en nuestras espaldas?
Movete hombre, que la vida pasa.
Unite a la única esperanza.
"Si la experiencia colectiva se pierde,
las lecciones se olvidan".
Y el olvido, claro, el principio de todo fin.
Distracciones.
Palabras en el viento.
Un suspiro aparece en el cemento de los últimos días, y vos soplás hacia tus venas, tu cuerpo parece hecho de tiempo.
Del ceibo aparece un grito, que se prolonga bajo el tiempo de un bombo, de un compás que se desarma en tus arrugas, que se ven en el espejo de tus jóvenes.
Ya nadie puede detener el asalto grisáceo, pero sí es comprender el dolor observar las alas de la lucha luchando contra lo invisible.
Si uno se arroja a velocidades no visibles y se piensa en el ardor de la vida que comienza, allí habrá fuego y no ceniza.
No hay tiempo para el descanso, pues es el descanso una forma del movimiento, el movimiento un tiempo sin reposo, y el reposo es la forma del tiempo que nos aniquila la pasión, la lucha.
Quizás en el alma, el descanso. Quizás en el mundo, la lucha. Quizás en el corazón, el grito. Quizás en tus ojos, nuestro pasado.
No hace mas de un año que te acercaste a mi cuerpo y no te vi. No hace mas de un año que te fuiste como pidiendo, y yo no te tendí la mano. Escuchame. Ahora.
Se parece a un viejo color que ya no luce para los ciegos de vida, pero que si baila entre los que queremos ser algo así como libres, algo así como compañeros, algo así como iguales desiguales.
El ojo.
Antes y después. Historia, memoria, creación.
Abajo, el sillón en donde el abuelo del protagonista se sentaba todas las tardes a escuchar música, y Ursula servía el té, y disfrutaba del sonido, y la compañia.
Arriba, una de las esquinas de la Estancia Santa Teresa, derrumbada por los años, desprovista del calor humano, pero envuelta en sonidos de otros tiempos.
El Viaje. Novedad, y Retorno.
El equipo, y la primera visita a la Estancia Santa Teresa, en donde se filmó la película. En la localidad de Roque Perez, cerca del partido de Lobos, varios kilometros hacia el interior del campo, se encuentra la casa que, luego de una larga busqueda de escenarios, fue elegida para esta realización. Dias y noches de limpieza, refacción, y trabajo, hicieron de la casa, abandonada por dos años, un lugar apto para los encuadres y dilaogos del cortometraje.
Entre sillones del siglo XIX, lámparas antiquísimas, y certificados de defunción de 1899, la casa nos presentaba un ambiente calido y misterioso. Noches a vela, lejos de la luz urbana, sumergidos en el ruidoso silencio de los animales del campo. Algún caballo, un grillo, y una tibia brisa en la entrada del caserón.
Luego de darle nueva vida a la casa, fue necesario reestablecer los sistemas de agua, luz y gas. Treinta personas inundarían el predio en algunos meses: todo el equipo técnico que iba a hacer posible la puesta en escena de esa soledad que nosotros ya habíamos vivido por anticipado, como respaldados por Ursula, al abrir por primera vez las hinchadas puertas de madera de Santa Teresa.
Entre sillones del siglo XIX, lámparas antiquísimas, y certificados de defunción de 1899, la casa nos presentaba un ambiente calido y misterioso. Noches a vela, lejos de la luz urbana, sumergidos en el ruidoso silencio de los animales del campo. Algún caballo, un grillo, y una tibia brisa en la entrada del caserón.
Luego de darle nueva vida a la casa, fue necesario reestablecer los sistemas de agua, luz y gas. Treinta personas inundarían el predio en algunos meses: todo el equipo técnico que iba a hacer posible la puesta en escena de esa soledad que nosotros ya habíamos vivido por anticipado, como respaldados por Ursula, al abrir por primera vez las hinchadas puertas de madera de Santa Teresa.
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