domingo, 1 de julio de 2007

Palabras en el viento.













Un suspiro aparece en el cemento de los últimos días, y vos soplás hacia tus venas, tu cuerpo parece hecho de tiempo.
Del ceibo aparece un grito, que se prolonga bajo el tiempo de un bombo, de un compás que se desarma en tus arrugas, que se ven en el espejo de tus jóvenes.
Ya nadie puede detener el asalto grisáceo, pero sí es comprender el dolor observar las alas de la lucha luchando contra lo invisible.
Si uno se arroja a velocidades no visibles y se piensa en el ardor de la vida que comienza, allí habrá fuego y no ceniza.
No hay tiempo para el descanso, pues es el descanso una forma del movimiento, el movimiento un tiempo sin reposo, y el reposo es la forma del tiempo que nos aniquila la pasión, la lucha.
Quizás en el alma, el descanso. Quizás en el mundo, la lucha. Quizás en el corazón, el grito. Quizás en tus ojos, nuestro pasado.
No hace mas de un año que te acercaste a mi cuerpo y no te vi. No hace mas de un año que te fuiste como pidiendo, y yo no te tendí la mano. Escuchame. Ahora.
Se parece a un viejo color que ya no luce para los ciegos de vida, pero que si baila entre los que queremos ser algo así como libres, algo así como compañeros, algo así como iguales desiguales.

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